Two years have now passed since we released communication that strongly encouraged a pause to in-person worship because of the initial outbreak of the COVID-19 pandemic. This week, as a staff, we spent a few moments recognizing all those who have died as a result of the virus and we continue to be in conversation and prayer with those, both on the staff and elsewhere in the synod, who are still impacted by their experience with the virus.
The last two years have passed with lots of ups and downs, moments of hope and freedom, and moments of continued isolation. As the virus seems to be waning again, and in a way that feels much more hopeful than the previous breaks, we are beginning to look forward to what it might mean to live with just a little less anxiety, caution, and fear. The Office of the Bishop staff has once again changed our masking requirements, leaving the decision to mask up to each individual and their own personal needs. We do aim to be as hospitable and friendly as possible as we travel throughout the synod and are happy to wear masks in environments that encourage or require them. We will continue to keep an eye on any further variants and changes in virus prevalence throughout the synod territory, being mindful also of cold and flu.
With the waning of the virus has also come an abundance of movement on behalf of the Holy Spirit and we pray that you will find yourselves as inspired and hopeful as we are about the new directions and places that God might be taking us in what is, hopefully, the other side of this historic time.
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Han pasado dos años desde que publicamos un comunicado que alentaba encarecidamente una pausa en la adoración en persona debido al brote inicial de la pandemia de COVID-19. Esta semana, como personal de las oficinas del Sinodo, pasamos unos momentos reconociendo a todos los que han muerto como resultado del virus y continuamos en conversación y oración con aquellos, tanto en el personal de las oficinas como en otras partes del sínodo, que aún están afectados, por sus experiencias con el virus.
Los últimos dos años han pasado con muchos altibajos, momentos de esperanza y libertad, y momentos de continuo aislamiento. A medida que el virus parece estar disminuyendo nuevamente, y de una manera que se siente mucho más esperanzadora que en los brotes anteriores, comenzamos a mirar hacia adelante a lo que podría significar vivir con un poco menos de ansiedad, precaución y miedo. El personal de la Oficina de la Obispa ha cambiado una vez más nuestros requisitos de uso de cubrebocas, dejando la decisión de hacerlo a cada individuo y sus propias necesidades personales. Nuestro objetivo es ser lo más hospitalarios y amigables posible mientras viajamos por el sínodo y estamos felices de usar máscaras en entornos que los alienten o los requieran. Continuaremos atentos a cualquier otra variante y cambio en la prevalencia del virus en todo el territorio del sínodo, teniendo en cuenta también el resfriado y la gripe.
Con la disminución del virus también ha llegado una gran cantidad de movimiento en nombre del Espíritu Santo y oramos para que se encuentren tan inspirados y llenos de esperanza como nosotros sobre las nuevas direcciones y lugares a los que Dios podría estar llevándonos en lo que es, esperanzadoramente, el otro lado de este tiempo histórico.
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